Insensato y Prudencio, eran dos hermanos que vivían en Chupacoto, lugar ubicado en el distrito Huaylas. Cada uno con su forma distinta de pensar sobre la vida.
Escrito por: Prof. Alcides González Flores.
Prudencio pensaba y luego actuaba, terminaba siempre feliz por su decisión.
Insensato era todo lo contrario, actuaba para luego recién pensar, entonces terminaba mal sabiendo que su decisión no era las más adecuada, pero en su orgullo decía que estaba aprendiendo.
El Dios Sol, padre de estos dos hermanos, trataba de entender a cada uno de ellos, pero le preocupaba Insensato. Qué pasaría si llegara ser el nuevo soberano de Hatun Huaylas.
Un día el Inti Rey, queriendo probar la sabiduría de los dos hermanos y así poder escoger entre ellos al sucesor en el reino de los Huayllash, mandó el peor castigo a la comarca.
La gente empezó a enfermar y moría, las tierras dejaron de producir, apareció el hambre y la desolación, todos clamaban la protección divina del Padre Sol.
Este, comprendiendo que el tiempo transcurrido era más que suficiente; convirtió el día en noche y entre relámpagos y truenos, apareció llamando a Insensato y Prudencio.
A ellos encargó ante el Consejo de los Sabios Ancianos que bajen a la tierra de los Kgarashcuna y observar qué estaban haciendo para protegerse del mal propagado como un virus.
Los hermanos presurosos emprendieron el viaje, pasaron muchas dificultades, pero al fin llegaron ocultándose en un lugar llamado Tumshukaiko.
Observaron lo que hacían las personas para curarse, pero, para sorpresa de ellos, los de Caras (Kgarash) andaban en grupos como si nada pasara, bebiendo, jugando, fastidiando a las chinas y tosiendo para escupir el amargo del licor que bebían.
La gente empezaba a caer; Insensato y Prudencio pensaban que estaban mareados y que pronto se levantarían, sin embargo, nada de eso ocurría.
Los recogían y al son de tinyas, chiscas y antaras, se los llevaban entre bebida y comida abundante.
De pronto, cuando el silencio se hacía presente, otras personas muy temerosas y envueltas en sus mantas salían, barrían el lugar y arrodillándose, oraban al Dios Sol, haciendo el pago a la Pachamama, para terminar, bendiciendo el lugar con la chicha de los dioses, y retirándose como llegaron.
Los hermanos pensando haberlo visto todo, retornaron a su comarca, convocaron a toda la gente y la reunión se hizo en la parte más alta de Chupacoto.
Desde allí cada uno informó al Consejo de Ancianos lo que pensaba. Insensato dijo:
– ¡Kgarashcuna!… pueblo sabio, nos dice que debemos vivir la vida haciendo lo que más nos gusta, cantando, bailando, bebiendo, comiendo bastante y nunca dejar de estar alegres porque todo pasará y cuando estemos cansados, el Dios Sol nos llevará para vivir con el y seremos felices.
La gente vibró de entusiasmo, pero los Sabios Ancianos estaban asombrados. De pronto, se escuchó la voz pausada y melodiosa de Prudencio y él dijo:
– Wiraqochacuna, warmicuna, auquishcuna, chachacuna, llapantsikmi wiyayame, nuestro padre sol pide que nos cuidemos, que no salgamos, que oremos a todos nuestros dioses, que hagamos nuestros ritos al agua para que nos limpie, a la tierra para que nos dé sus frutos, porque pronto pasara todo, pero si alguien no cumple, morirá como una piedra sin aliento ni sentimiento.
el Dios Sol y los Sabios Ancianos, masticando la coca sabían que era lo más correcto, Prudencio sería quien gobernaría el Reino de los Huaylas.
Entonces se dispuso que así sería, pero Insensato al verse perdido, empezó a reírse y maldijo a su hermano.
Pero el Inti Rey, cumplió su promesa y lo castigó convirtiéndolo en una cabeza clava, para que sirva de temor a todo aquel que desobedeciera.
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