La ciudad Caraz principalmente se encuentra ubicada al margen derecho del río Llullán (según su cauce natural), sin embargo, hace cientos de años existió una villa española al margen izquierdo del río que fue llamada San Julián de Cuenca y Figueroa.
La villa San Julián de Cuenca y Figueroa fue otorgada a militares y mineros españoles. Contaba con abundante territorio, pasto, agua y otros recursos necesarios para su subsistencia, además estaba a un tiro de arcabuz (distancia media que oscila entre los 50 y los 250 metros) de un río grande. Su territorio total se extendía hasta Cochamarca y Santa Cruz por el norte; por el oeste hasta la estancia de Yanahuara, que en el siglo XVII ocuparon los “indios” (denominación de los españoles a los pobladores peruanos de la época) y estaba destinada a la crianza de cabras.
El virrey García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, envió una carta al rey el mayo 18 de 1593 informando que por un doctrinero conocieron que los “indios” descubrieron unas minas de oro y plata entre los cerros de Huaylas (actual provincia). Para verificar, el rey envió al ensayador Hernán Rodríguez.
Meses después, el 20 de noviembre de 1593 el ensayador comunica a su majestad que: “en unos cerros que llaman Mataraos (Huascarán) se han descubierto minas de muy ricos metales, que de ellas haberse labrado en tiempo de los incas y los buenos ensayos que aquí me han traído, me han obligado a repartir a los mineros en estos principios hasta doscientos indios para labrarlas…”.
En carta de 20 de enero de 1595, Rodríguez recomienda al virrey que ordene poblar la villa de San Julián, ya que en la zona existían muchas minas y varios socavones del tiempo de los incas. Informa además que delegó a Hernando y a Lucas Rodríguez, hermanos con experiencia en materia de minas, apurar y sacar en limpio las primeras muestras de metales, pero los resultados fueron “de poca ley”.
En cambio, “a tres o cuatro leguas de ellas” describieron que en los cerros de Colquipocro (colqui: plata, y pucro: pozo) un gran número de vetas de plata y otros metales obtenidos por paja quemada en unos hornos (huayra). Informa también al rey español que trató con Diego Núñez de Figueroa, vecino y regidor perpetuo de Lima para que se encargue de la población de la villa y el asiento de minas como gobernador, incorporándola al corregimiento de la provincia Huaylas.
La provisión de fundación
El 5 de noviembre de 1594 el virreinato de García Hurtado de Mendoza emitió una provisión que instruía a Diego Núñez de Figueroa, poblar en el valle de “Huayra” como gobernador, administrador general de las minas de Colquipocro en la provincia Huaylas y de las demás descubiertas o por descubrir en el valle; y como corregidor le ordenaba erigir la villa San Julián de Cuenca y Figueroa.
Además, para garantizar el crecimiento de las minas ordenó el trabajo forzoso de 600 “indios” de la villa, más 350 “indios” de toda la provincia Huaylas y otros 250 de los Conchucos. 500 de ellos fueron trasladados directamente a las minas e ingenios; y los cientos restantes debieron edificar casas y edificios de la nueva urbe. Dichos “indios” se mudaron de sus mitas de dos en dos meses en grupos escogidos.
Además, se advirtió al nuevo gobernador un particular cuidado con “los indios”, pues no debían trabajar los domingos, ya que eran “días de fiesta por el Concilio General de Lima”. Otra orden especial fue el vigilar a los “indios” para que no hallen maíz y demás alimentos para su sustento diario, ya que eso podría provocar su huida o rebeldía al trabajo forzado en las minas.
De la provisión dictada por el virreinato, el literal 18 es una de las más interesantes instrucciones respecto a la urbanización de la villa San Julián de Cuenca y Figueroa, pues el pueblo español que eligió asentarse en el valle de Huayra debió dejar calles anchas, guardando una traza especial y el orden unificado de solares para que así exista en la plaza principal un lugar especial para la iglesia y esta cuente con oficinas necesarias como: la sacristía, el aposento del sacristán y un corral; y del otro de la plaza edificar la casa real, casa del cabildo y ayuntamiento, hospital, monasterio, local de reuniones, una cárcel y asignar espacios alrededor de la plaza para las casas de la elite española.
Las casas, solares o terrenos asignados a los españoles no se vendieron, ni enajenaron hasta durante los dos primeros años de otorgados. Si incumplían con esa disposición corrían el riesgo de perder la propiedad y el comprador el dinero. Así obligaban y condicionaban la población del lugar.
Estuvo administrada por un ayuntamiento, representado por un cabildo conformado por el gobernador asignado por el virrey, un mayordomo, un procurador y seis regidores elegidos anualmente por los españoles residentes.
La villa habría estado construida entre el morro de Yuracoto y la quebrada de Cucush en el sector Pampahirca donde se reconocían ciertos trazos. Hoy se cuenta con un plano del Archivo de Indias proporcionado por el historiador Rafael Varón Gavay y el arqueólogo Jesús Maza en la que se reconocen los nombres de los que serían poseedores de los primeros solares.
Los de media manzana fueron destinados a:
Francisco de Vela Ustegui, Pedro Alonso Mérida, Isabel Sánchez de Paredes, Ldo. Juan Sánchez de Prado, Miguel del Carpio, Gines de Maguiña, Hernando Colonia, Mateo Leal, Antonio Martel, Garcés Muños, Felipe de Alcántara, Pedro Luis de la Cabrera, Baurista León, Juan Orduña, Francisco Condebriza, Pedro Valagán de Salcedo, Juan de Cordobrisa, Santos Antonio de Heedia, Juan Rodríguez Zambrano, Andrés López, Luis Méndez, Antonio Coello, Bartolomé de Escalona, Francisco de Ansson, Pedro Demo, Juan Bauista, Diego de Cáceres e Isabel Becera.
Con un cuarto de manzana a:
Cristóbal Corvalán, Luis de Alarco, Pedro Méndez, Daniel Sánchez, Alonso López de la Reguera, Juan Rodríguez Suárez, Ana Santillán, Joseph de Agüero, Acasio Ramírez, Francisco de Ayala, Alonso de Medina, Policarpo Güete, Hernando de Loayza, Gonzalo Núñez de Figueroa, Lucas Rodríguez de Mexía, Sr. Dn. Beltrán de Castro, Fernando Sandoval y Guzmán, Francisco Dávila Briceño, Miguel de Aparicio, Hernán Rodríguez de Mexía, Alvrado Cavaro, Diego Rodríguez, Segunda de la Concha, Diego Núñez Campoverde, Juan Alonso Moreno y Cristóbal López Villoso.
En el Libro de Cabildos de Lima, Tomo III, el historiador Augusto Alba Herrera rescató una resolución sobre la representación que hizo Diego Núñez de Figueroa, por intermedio de su apoderado Lucas Mejía, cuyo tenor es el siguiente:
“Por cuanto Lucas Mexía en nombre del Gobernador don Diego Núñez de Figueroa me hizo relación de las provisiones que por mí se mandaran despachar del dicho oficio de Corregidor de la provincia de Huaylas se le mandaba se presentase con ellos al Gobierno de la Villa que ha de poblar de San Juan Cuenca y Figueroa, hiciese juramento que se acostumbraba y diera fienzas que le ordenaba por ser tiempo de muchas aguas no se podía fundar luego de presente de dicho pueblo y si hubiese de aguardar de ello cesaría de administrar jurisdicción y acudir a las demás cosas necesarias. Se ordenó que enviara al Cabildo de Lima las fianzas y prestara juramento ante don Juan de Barrios, Corregidor de la Villa de Cañete que iba donde estaba el Gobernador, 1º de diciembre de 1594”.
Es decir, la villa San Julián de Cuenca y Figueroa habría sido reconocida oficialmente el 1 de diciembre de 1594 y no existe aún registro de su desaparición.
Notas del segmento Historias:
- Sólo aceptaremos los comentarios que tengan relación con el contenido de la publicación. No están permitidas las agresiones verbales, ni opiniones que inciten conflictos o acciones violentas.
- Si deseas agregar o corregir algún dato histórico de este hecho histórico, contáctanos.