Escuchaba atentamente cómo mis padres intercambiaban ideas; entre ellas el material, la duración, la utilidad a ofrecerme y estar de acorde con el momento, a enfrentar los días.
Por: Alcides Gonzalez Flores.
De pronto mi madre entre sonrisas dijo – ¡parecerá un astronauta! – algo que no pude preguntar a qué se refería porque mis ojos se cerraban, el sueño me vencía y las palabras se fueron perdiendo y quedé dormido.
Mi padre con el amor de siempre, seguro me cargó para llevarme a la cama; mi madre como tantas noches, debió haberme puesto mi ropa de dormir y yo… ya empezaba a soñar.
Entre sueños, me vi en el espacio, portaba un traje de astronauta, ¡qué maravilla!, nunca antes había visto la inmensidad y belleza de nuestra tierra y al mirarla, me pregunté:
– ¿Y por qué no la llaman Agua?, ¿era lo que más destacaba no?
Esa idea se desvaneció. Me propuse buscar nuestro continente, allí miré a la América querida; yo quería ver al Perú.
Esta patria que nuestros maestros nos habían enseñado a amarla por su grandiosidad, con esa historia desde nuestro pasado incaico, por su producción en todo aspecto, por su gastronomía admirada por el mundo entero.
Pero especialmente por su esfuerzo de todos nosotros al haberla hecho inigualable para seguir cantando ¡Contigo Perú!
Mis pensamientos volaron en otras dimensiones
No sé cuánto tiempo me detuve en cada cosa que veía y al seguir desplazándome, el brillo de algo nunca antes visto llamó mi atención.
De pronto, de la oscuridad tranquila se hizo la luz, el sol empezó a brillar, la tierra se iluminó poco a poco, vi como cambiaba todo.
Cuando fui despertado con el reloj despertador, quise seguir durmiendo porque estaba de vacaciones, pero el llamado de mi padre diciéndome que me levantara porque hoy empiezan mis clases en mi querido colegio, hizo entrar a la realidad.
Me encomendé a Dios, agradecí por este nuevo día y pedí que me diera un día feliz junto a los míos.
Apresurado me dirigí a la ducha y mientras me bañaba, recordé la nueva ropa a estrenar, no lo había visto, pero mis padres siempre sabían escoger algo para mí.
Salí corriendo y busqué esa ropa, pero no la encontraba. Alguien tocó a mi puerta y era mi madre, le pregunté que no había encontrado mi ropa para el colegio.
Ella, muy amorosa, dándome un beso en la frente me dijo que estaba en el ropero y me apresurara a desayunar, y cerró la puerta.
Apresuré mis pasos al ropero, al abrirlo, me sorprendí ver una ropa no convencional, ¿sería una broma?, esta parecía como la ropa de un astronauta.
¿Existiría una relación con lo que había soñado?, pero me dije – seguro es para ir a una fiesta de disfraces – por lo que seguí buscando.
El tiempo pasaba, escuchaba los llamados de papá y mamá y casi entre sollozos, llamé a ellos para decirles que no encontraba mi ropa.
Subieron mis padres y sacando la ropa que había visto, indicaron que es la que debería de usar. Molesto y gritando dije – ¡Eso no…!, ¿acaso quieren que todos se burlen de mí?
Entonces mi madre con voz melodiosa y acariciándome dijo:
– hijo mío, este es el traje que te protegerá con los rezagos del Covid 19, tu sabes el peligro que significa porque este mal aún vive con nosotros y es nuestro deber porque queremos protegerte, que no te pase nada.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, mi padre me miraba con ternura y agregó – acércate a la ventana y verás que muchos niños vestirán así.
Ahora no quiero soñar cosas absurdas, sólo quiero soñar cosas alegres para no vivir todo esto.
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