En ocasión del centenario del nacimiento de Juan Natividad Carrasco Gutiérrez, quien en vida fuera no solo un padre ejemplar, dedicado esposo y honorable caballero, sino también un excepcional profesor, humanista y patriota.
1921-2007
Escrito por:
Manuel Carrasco Estrada.
Quisiera compartir unas líneas para recordarlo, para recordar a “Juanito” como le decían quienes tuvieron la suerte de conocerlo y apreciar su alma pura.
Nació en Yungay, departamento de Ancash, un 8 de septiembre de 1921. De origen humilde, huérfano de padre y madre, fue educado por la hermana de su padre, a quien cariñosamente llamaría tía-madre.
Ella, orgullosa maestra descendiente de militares que ofrendaron la vida en las guerras de la independencia y contra la invasión chilena, inculcaría el respeto a las normas, un alto sentido del deber y un gran amor por nuestra patria.
Verdadera docencia
Por eso Juan Natividad abrazó la carrera docente con dedicación y empeño, y buscó a través de ella, la transformación social, cultural y democrática del país.
La suya fue una experiencia inédita de proyección social educativa, libre de ingredientes político-partidarios, que le hizo frente a la injusticia y marginación que padecían los profesores rurales.
Arriesgó su vida para rescatar y elevar la conciencia magisterial, peruanista y cristiana, “de aquel mare mágnum de errores y contradicciones de la política educativa del estado”, como él solía decir, y que ayer como hoy, pareciera no responder a los desafíos de los tiempos actuales y futuros.
Escribe mi padre en sus memorias
“Fue entre 1951 y 1952 cuando percibí toda la asfixiante crisis moral, espiritual, social y económica de la época en la que se hallaba inmersa nuestra patria, destacándose con nitidez el marasmo magisterial en todas las áreas, grados y niveles del quehacer educativo nacional. En mi concepto, la realidad evidenciaba un círculo vicioso que iba desde la Universidad Nacional Mayor de San Marcos hasta la última escuela rural del país y desde ella al Alma Mater de la cultura nacional y de las virtudes morales y cívicas de la peruanidad, rezagando así el proceso educativo, material y espiritual de nuestra república, al contrario de lo que sucedía en el resto del continente.”
Su obra
Pero el sentido crítico de mi padre, antes que llevarlo a la inacción y al conformismo, lo llevaron por el contrario a intentar cambiar la realidad que lo circundaba, de manera pacífica y dentro del sistema, sobre la base de sus valores profundamente humanos, dedicación y esfuerzo permanente.
Hizo obras sociales donde se encontré. Trabajo incansablemente en las humildes escuelas altoandinas del departamento de Ancash y posteriormente en Lima.
En tres ocasiones realizó mi padre ayunos como única medida de protesta contra la injusticia sin por ello dejar de atender sus deberes como educador hasta donde pudo.
Su primera huelga de hambre, el 6 de julio de 1953. La segunda el 6 de julio de 1954 y la tercera, en solidaridad con otros maestros del magisterio, el 17 de octubre de 1961.
Quiso el destino que gracias a esta última demostración de heroicidad conociera a mi madre, entonces miembro de una delegación de docentes de la Casa del Maestro que visitaban a los profesores hospitalizados.
En una nota de prensa del domingo 01 de mayo de 1983, escribió el diario Expreso:
“En medio de emotivas escenas de alegría, entremezcladas con sentimientos de pena, los docentes del Colegio “Almirante Miguel Grau” de Chaclacayo, inauguraron siete aulas construidas con el esfuerzo mancomunado de padres de familia y profesores, dando una cordial despedida a su director, profesor Juan Carrasco Gutierrez, quien pasó al retiro luego de 35 años de servicios prestados al Magisterio”.
“El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos”, dice una conocida canción. Tus ideales padre mío, son sin embargo, cada vez más actuales y necesarios.
Como decía Bertolt Brecht, el dramaturgo y poeta alemán: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”, tú, padre mío, sépanlo todos, fuiste uno de los imprescindibles y ojalá, algún día, fuente de inspiración de futuras generaciones.
Notas del segmento Personajes:
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