Todos conocían el Cementerio de los Pobres, propiedad de la Sociedad de Beneficencia Pública de Caraz, que fue cerrado luego del sismo de 1970.
Según datos recogidos de la investigación del historiador caracino Claudio Augusto Alba Herrera, la Sociedad de Beneficencia Pública de Caraz compró el terreno entre 1890 a 1896.
Estaba cerca al Cementerio General (hoy conocido como Cementerio Antiguo).
La compra de ese terreno fue realizada por Daniel Villar, Belisario Rodríguez y Benjamín Olivera que en ese entonces eran miembros de la beneficencia.
En 1897 decidieron que el terreno de 171 metros de largo y 100 metros de ancho serviría para la construcción del Cementerio de los Pobres.
El fin del cementerio de los pobres
Clausurado porque los entierros de cadáveres, especialmente de indigentes o personas procedentes del ámbito rural, eran en fosas comunes.
Existía una explicación oficial, dichos entierros no tenían condición de “permanentes”, sino de “temporales”.
Además, en varios sectores de esas fosas crecieron plantas de tunas que tenían una producción especial. Dicen por el abono que generaba los cuerpos de los difuntos.
Esa producción favorecía a personas que a escondidas cosechaban los frutos para comercializarlo en el mercado de Caraz. Ahí el dicho: “Nunca comas tunas cosechadas en un cementerio”.
Años después, el terreno fue donado para la construcción del Policlínico de ESSALUD y levantaron un cerco perimétrico.
Pero paralizaron la obra por irregularidades de la empresa constructora y más adelante la beneficencia arrendó el espacio para el cultivo de flores.
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